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La revolución inconclusa

Eran tiempos de la Guerra Fría, en los cuales la izquierda comenzó a recelar y a condenar la “democracia burguesa” que existía en Chile, donde ya no se valoraba el desarrollo institucional evolutivo, sino que se condenaban todas las falencias y se prometía un cambio radical del orden existente.

Por: Alejandro San Francisco | Publicado: Viernes 12 de junio de 2015 a las 04:00 hrs.
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 La obra de Joaquín Fermandois, La Revolución Inconclusa. La izquierda chilena y el gobierno de la Unidad Popular, (Centro de Estudios Públicos, Santiago de Chile, 2013) fruto de una larga investigación en archivos y una completa actualización bibliográfica, excede bastante lo que sugiere el subtítulo. No se trata simplemente del estudio de la izquierda chilena y el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), sino que siendo eso, es mucho más que eso. Es la historia de la Unidad Popular y de sus orígenes ideológicos y políticos, trata sobre la inserción de Chile en el mundo y en la Guerra Fría, se refiere a las ideas y actores de aquellos complejos años que precedieron al 11 de septiembre de 1973, a la figura de Salvador Allende (1908-1973) y a los partidos que lo acompañaron. En definitiva, logra transformarse en una historia de Chile entre mediados de siglo y el año en que concluyó el sueño de la revolución socialista en el país.

Al cumplirse cuarenta años del 11 de septiembre de 1973 hubo una explosión de programas de televisión, declaraciones políticas, seminarios más o menos académicos y un largo espacio para la memoria. La historia no estuvo ausente, y probablemente la obra más lograda en medio de la vorágine de conmemoraciones es el libro de Joaquín Fermandois, La Revolución Inclusa.

Imagen foto_00000004Esta obra, fruto de una larga investigación en archivos y una completa actualización bibliográfica, excede bastante lo que sugiere el subtítulo. No se trata simplemente del estudio de la izquierda chilena y el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), sino que siendo eso, es mucho más que eso. Es la historia de la Unidad Popular y de sus orígenes ideológicos y políticos, trata sobre la inserción de Chile en el mundo y en la Guerra Fría, se refiere a las ideas y actores de aquellos complejos años que precedieron al 11 de septiembre de 1973, a la figura de Salvador Allende (1908-1973) y a los partidos que lo acompañaron. En definitiva, logra transformarse en una historia de Chile entre mediados de siglo y el año en que concluyó el sueño de la revolución socialista en el país.

Es un libro, lo dice Fermandois desde un comienzo, de historia política clásica, organizada de manera cronológica. Las primeras trescientas páginas narran la historia previa a la UP: de Chile, de Allende, de la izquierda. Las casi quinientas páginas siguientes se concentran en el gobierno de la Unidad Popular, desde las elecciones de 1970, tan decisivas como dramáticas, hasta el 11 de septiembre de 1973, también decisivo y dramático.

Como suele ocurrir en los temas de historia (relativamente) reciente, la interpretación tiene una relevancia crucial, que se va desenvolviendo en paralelo a la narración más positiva de los sucesos. Fermandois obra con moderación, sin caer en el verbalismo fácil, siempre apoyándose en una documentación pertinente y adecuada, aunque sin eludir los temas más complejos o contradictorios.

Los temas revisados por el libro son numerosos, organizados en veintiocho capítulos. En primer lugar, se aborda un análisis sobre la (supuesta) excepcionalidad histórica chilena en el contexto latinoamericano. Esto se debe en parte a la autoimagen nacional, aunque también tiene sus fundamentos en ciertos logros en la evolución democrática del país y la admiración extranjera que despertaba. Por lo mismo resulta más importante aún estudiar el tema e intentar explicar por qué un país así, de una generación a otra, pasó de una democracia aparentemente consolidada a una vorágine que anticipaba una guerra civil o un golpe de Estado, como finalmente ocurrió.

Para el análisis, Fermandois realiza un estudio sobre la izquierda chilena, asociada ideológicamente al marxismo, después también al leninismo. La Revolución Cubana ejerció un alto impacto e incluso fascinación entre los líderes consolidados, como Allende, o emergentes, los casos de Carlos Altamirano, Miguel Enríquez, por ejemplo, todos pertenecientes a los partidos y movimientos más relevantes del ámbito revolucionario chileno. De esta manera Fidel y el Che pasaron a ser figuras icónicas, y el guevarismo se convirtió en una actitud política y militar dominante en amplios sectores del socialismo y del emergente Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, liderado precisamente por Miguel Enríquez, que se mantuvo siempre cerca, pero aparte, de los caminos institucionales que adoptarían posteriormente Allende y la UP.

Eran tiempos de la Guerra Fría, en los cuales la izquierda comenzó a recelar y a condenar la "democracia burguesa" que existía en Chile, donde ya no se valoraba el desarrollo institucional evolutivo, sino que se condenaban todas las falencias y se prometía un cambio radical del orden existente. Eso significaba, según los paradigmas existentes entonces, la posibilidad de construir en Chile uno de los socialismos reales que ya se habían consolidado, especialmente en Europa del Este y en Cuba, al alero del marxismo leninismo. Se trataba de dictaduras de partido único, establecidos por los revolucionarios de distintas partes del mundo, que pasaron a ser un modelo para la izquierda chilena, como se reconoció tantas veces, aunque siempre salvando la especificidad nacional. Aquí destacaban aspectos como el ser marxista en Chile o el liderazgo de Salvador Allende, candidato presidencial derrotado en 1952, 1958 y 1964.

Todo ello cristalizó en la elección presidencial de 1970, cuando un sector importante de la izquierda ya había abandonado el "ilusionismo electoral", proclamando la violencia revolucionaria como "inevitable y legítima" para llegar al poder: así lo definió el Partido Socialista en su Congreso de Chillán de 1967, y era la fórmula intransable del MIR desde su fundación. El resultado parcial aquel 4 de septiembre fue el triunfo de Salvador Allende como primera mayoría relativa, dejando en segundo lugar a Jorge Alessandri y debiendo resolver el Congreso Pleno entre ambos. Esa jornada hubo "alborozo y shock", esperanzas y temores, según se valorara el potencial democrático y los ideales de justicia abrigados en aspectos importantes del Programa de la Unidad Popular, frente a privilegiar el potencial totalitario y el peligro comunista que representaba el mismo proyecto. Eso llevó al desarrollo del gran tema del libro: la revolución inconclusa. Elegido finalmente Salvador Allende como Presidente de Chile, se iniciaba la vía chilena al socialismo, en el cual se podían discutir los medios, eventualmente la velocidad del proceso, pero sin transar el resultado: la construcción de una sociedad socialista. Es decir, un cambio radical en lo económico y político, que finalmente no se llevaría a cabo. Una revolución inconclusa.

Al respecto, Fermandois se refiere a los avances de la vía chilena en los comienzos del gobierno: la situación económica del primer año y el resultado de las elecciones municipales de 1971, donde la coalición de gobierno creció de manera importante. También aparece a través de todo el texto la situación internacional y la inserción de Chile y la UP en la misma, con la importancia de los Estados Unidos y el impacto de la nacionalización del cobre, el paradigma germano oriental y la unidad de la clase obrera, la escasa colaboración económica del mundo socialista a su amigo chileno. En el plano de la política interna, el resultado del experimento fue una sociedad movilizada, una creciente polarización y la irrupción de escenarios de confrontación, en las universidades, los medios de comunicación, el emblemático caso de la Papelera y la Reforma de las Tres Áreas de la Economía, o bien el paro del Teniente y la ENU en 1973, como ejemplos relevantes.

Resulta interesante constatar cómo todos esos factores parecieron unirse en un momento que resultaría decisivo no sólo para la Unidad Popular, sino también para la vida política general del país, como fue la visita de Fidel Castro a Chile, en noviembre de 1971, que se extendió por un mes. Ahí emergió la revolución modelo en América Latina, con su líder máximo, el admirado e influyente Fidel. Pero también significó el despertar de una oposición más rotunda contra la puesta en escena y la representación del futuro socialista del país. La conclusión de Fermandois es interesante: si Castro se hubiera quedado solo una semana o diez días en Chile, habría sido todo un éxito; la extensión de su viaje, en cambio, complicó al gobierno y despertó a la oposición.

¿Por qué cayó Allende? ¿Cómo se llegó al 11 de septiembre? ¿Cuándo y por qué se agotaron las vías institucionales? Estas preguntas y temas forman parte del final del libro y de la Unidad Popular. Cuando la excepcionalidad chilena entró en crisis, cuando los actores fueron incapaces de lograr una solución pacífica al creciente conflicto social, y los militares comenzaron a aparecer en el horizonte, primero como aliados o parte del gobierno, en calidad de ministros, y luego como los llamados a resolver la inconstitucionalidad y la ilegalidad en que había caído el país, según lo denunciado por el Acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973, como recuerda el autor.

Al respecto resulta interesante un concepto introducido por Fermandois: la guerra civil política. Se desarrolla entre el Paro de Octubre de 1972 y el 11 de septiembre de 1973. Y aunque parezca una contradicción terminológica, resulta valioso como concepto y explica parcialmente el drama vivido por Chile en esos meses. El odio, los ataques personales, los grupos armados, la creciente ilegalidad eran abono fértil para la descomposición de la convivencia nacional y el anticipo de una resolución armada del conflicto.

El derrocamiento militar del Presidente Salvador Allende no era una necesidad histórica, pero todo se fue dando en esa dirección. Lo resumió muy bien un político de la época, citado por Fermandois: "Como en las tragedias del teatro griego clásico, todos saben lo que va a ocurrir, todos desean que no ocurra, pero cada cual hace precisamente lo necesario para que suceda la desgracia que pretende evitar". Eran palabras de Radomiro Tomic, un hombre más bien de izquierda y que sería parte de la minoría de la Democracia Cristiana que condenó el golpe del 11 de septiembre. Son parte de una carta escrita al General Prats cuando dejó la Comandancia en Jefe del Ejército, siendo reemplazado por el General Augusto Pinochet. Era solo unos días después del Acuerdo de la Cámara de Diputados y también del fracaso de las conversaciones entre el presidente Allende y la DC. La suerte parecía estar echada y los hechos históricos están a la vista.

La Revolución Inconclusa es una producción historiográfica de primer nivel, bien documentado y con reflexiones profundas. Recrea de manera inteligente y ponderada una época y un proceso que es difícil y complejo y donde muchas veces se abusa de la ideología y el prejuicio. Felizmente Joaquín Fermandois ha escrito una obra llamada a permanecer mucho tiempo, útil para ser consultada como una historia de la izquierda chilena y del país en los difíciles años que precedieron al 11 de septiembre de 1973.

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